jueves, 12 de noviembre de 2009

Letras rojas

Mi letra se ensangrentó cuando me acorraló la ira, cuando me desesperó tu grito y cuando su filo te exprimió hasta la última gota de cuerpo que apenas pudo defenderse.

Sobre la alfombra verde teñiste con tu cuerpo en un llamado de auxilio, rojo como la furia que enervaba mi sangre.

El cuchillo cayó de mi mano culpable y tú, sobre el vidrio del ventanal. Ahora solo cuerpo. Y seguramente fue por esa razón que no me dolió meterte dentro de una bolsa y arrojarte al basurero.

El paño, cómplice, limpió sus huellas que me gritaban todas esas súplicas malditas. Cómo las odiaba.

Mis letras ya no tenían sangre, pero no fue hasta que tire el paño ensangrentado a la basura, cuando me di cuenta de lo que había pasado.

Me pare con tanto cuidado en el borde del balcón que nadie me creería que con un paso pude expiar toda esa culpa. Mi vida, por fin, estaba limpia.

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