miércoles, 16 de junio de 2010

Fabula 8

1º VIDA:
  Era un individuo con suerte, tanto que la pata de conejo parecía estar unida a su cuerpo. Aprovecho cada momento, arriesgándose y demostrándole al universo que no se lo podía llevar la muerte.
  Temerario, saltaba de acantilados y subía por cimas de montañas que no deberían existir en la naturaleza, no por lo menos en una tan bella.
  Pero aún que él no cometía ningún error, su cuerda si lo hizo al cortarse y dejar al pobre individuo postrado en la cama del hospital.

2º VIDA:
  Aun en tales condiciones, nunca perdió la esperanza de aventura y apenas se mejoró abrió alas y volvió a escalar la montaña asesina en una suerte de revancha.
  Esta vez logró llegar a la cima y en ella pegó un rugido que sobrecogió a la ciudad, pronto bajaba, exhausto, pero enteró.
 Y mientras caminaba a la casa de su novia un auto lo atropelló.

3º VIDA:
  Logró sobrevivir y durante unos meses tubo que quedarse en cama.
  Rasguñaba las cobijas y la ventana, ya que tan sólo quería salir y volver a la sabana.
  Sin embargo su novia remachó toda salida excepto la puerta de entrada (el individuo tampoco tenía llaves).
  Por unos días, él comprendió las causas, mas pasada la semana la sed de venganza lo consumió hasta el punto de olvidarse completamente de su lesión en el brazo (la cual le impidió abrir las ventanas con un martillo).

  Intentó entonces escapar por la chimenea. Media hora después llegaban los bomberos para sacarlo.

4º VIDA:
  Devuelta en el hospital sus lesiones ya se habían agravado, pero esta vez ya no sentía las ganas de embestir al sujeto de bigote que lo atropelló. Ahora quería ser bombero.
  Admirado completamente de su labor, sano, se unió a la compañía de bomberos de su barrió.
  No le dieron trabajos muy complejos en un primer momento, pero un día ocurrió un incendió tan poderoso que nadie podía faltar.
  El elefante de bomberos lanzaba agua por su manguera mientras también intentaba pisotear el fuego.
  Y aún así un regimiento de ellos no cesaba mayormente el fuego.
  Individuo no sabía que hacer, por lo menos ya no había nadie en el edificio o eso era lo que creían hasta que se oyeron bramidos dentro del infierno.
  Sin pensarlo el individuo entro rompiendo todo con sus garras, lastimándose ya para entonces seriamente.

5º VIDA:
  Se abrió paso al vestíbulo, donde las llamas eran dragones sofocantes.

6º VIDA:
  Escuchaba como los gritos provenían de arriba y por entre los escombros de escalera liberó telarañas que le sirvieron para subir.

   Antes de llegar al segundo piso los hilos se quemaron y sólo por un último impulso que se dio pudo sujetarse con los dedos al borde del piso.

7º VIDA:
  El cuerpo colgaba y el fuego era una boa constrictora que se le enroscaba en el cuello.

8º VIDA:
 Alcanzó la última cima de su vida y en el cuarto encontró a la persona que gritaba: al sujeto de bigote.
  Por un momento pensó en la posibilidad de dejarlo, por venganza solamente, pero de algún modo, en toda la salvajedad que sentía palpitante en sus ojos, brotó cierta empatía y vio la expresión de miedo en el rostro del sujeto. No lo podía dejar morir.
  Lo agarró con sus brazos y se lanzó por la ventana.
  A la gente que vio el suceso, les pareció ver que volaba como el fénix de las llamas.
  Otros lo asemejaron con otros animales voladores, pero al momento de caer él era tan sólo un humano de carne y hueso, un humano que era humano.
  Los atraparon con un colchón inflable y los trasladaron al hospital a través de la jungla de concreto.

9º VIDA:
  Dejó la compañía después de entonces. Ya no quería más riesgos.
  Se fue a vivir con su esposa y su hijo a las montañas (…)

  MORALEJA: Aun el amor por las alturas no vale 9 vidas.

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