jueves, 11 de febrero de 2010

Virgen Santa, Primera Parte

Para Horacio, vivo

Mirando a sus ojos sintió como los suyos explotaban, una palpitación.
Un octubre más solo para Leonor.


I




  La enfermedad se propagaba como epidemia en la familia. Les quito la vida a abuelos, tíos, y demás parientes. Entre ellos estaba el papá de la familia Iveas que hace veintidós años mientras jugaba con los niños se llevo las manos al pecho aprisionado por esta enfermedad muriendo, pero ellos lo tenía claro por una extraña razón una sombra oscura los mantenía siempre alerta.
  Por ejemplo era costumbre visitar a todos los parientes, reunidos todos en el mismo cementerio, el 25 de octubre fecha que ya era parte sagrada de la familia y que nadie se atrevería a refutar. Ese día se tendía a llegar muy temprano, a las diez, puntualmente compraban las flores a las diez y cuarto y entraban al cementerio otro cuarto de hora después, luego de hacer las oraciones familiares. Iban por cada tumba rezando y recordando a sus queridos parientes de los que la mayoría murieron antes que ellos nacieran, y cuando el sol se ponía, se daban un tiempo para estar con su padre, y de cierto modo hablaban con él, aún estando muerto, lo recordaban anhelosamente con lagrimas en los ojos mientras se iban acompañados por las estrellas, Horacio, Leonor y su madre.
  Ya nunca sería así le decía Horacio a su hermana, ahora solo serian ellos dos quienes pasearía en esas calles y avenidas desoladas hiendo a ver a sus parientes, a su padre y desde entonces a su madre, la cual ahora había sido abducida por la terrible jaqueca, inicio de la enfermedad, desconocida, y que por mas que hicieran al igual que en las tragedias griegas no podrían doblarle la mano al destino.   
  Insólitamente todos morían en octubre y por ello la fecha en que los iban a visitar. Ya a fines de septiembre el nerviosismo era evidente, y empezaba a socavarlos hasta que el estrés no los dejaba continuar una vida normal, ahora solo se preocuparían de su madre y de cuidarla.
  Siempre tuvieron muy presente que la medicina podría ayudarla, pero tanto la occidental como la alternativa no dieron mejora, el dr. Domingo Nahab fue de los que siempre estuvo con la familia, y su padre con sus abuelos y el bisabuelo de Nahab con los bisabuelos de los Iveas, lamentablemente al final ninguno de ellos había encontrado la enfermedad, y al cabo de unos meses, terminando septiembre, su madre decidió terminar con toda la farsa, aun que le dio su oportunidad, Dios sobrepasaba por mucho a la ciencia, el futuro era inevitable, era hora de traer a la virgencita.
  (Cuando se hablaba de la virgencita, siempre con mucho respeto, se referían a una pequeña estatua blanca que en forma de tradición siempre se lleva a la casa del familiar que va a morir y es traído por el hijo u pariente más cercano del difunto anterior).
  El problema de ello era que no había hijo, ni siquiera sabían quien había sido el último muerto, entonces Horacio en su búsqueda entre las amarillas y contactos telefónicos hallo algunas pistas del paradero de la virgencita. Durante el fin de semana ausentado su madre solo escuchaba a Pavarotti en su discman, única tecnología que sabía ocupar, mientras lloraba a mares por su ídolo recién muerto, entonces sus hijos para aliviarla un poco le contaban que algún día se encontraría con él en el cielo, pasearían, se sentarían mirando a las estrellas y al cosmos, tomando mate y recordando sus años de vivos, ya que los muertos solo recuerdan su pasado.

 Guía de la virgencita:
­-la virgencita es un elemento de comunicación con el otro mundo y que favorece también el viaje entre la tierra y el cielo.
-la virgencita debe estar mirando perfectamente a la habitación del enfermo(a).
-debe estar puesta en una modesta gruta.
-se debe cubrir con un manto tan blanco como la misma virgen y en el momento del entierro sus ojos deben cubrirse con él.
-no se debe sacar de la gruta hasta el momento en que debiera ser transportada a una nueva casa.
-no se debe mojar.
-no se debe asolar.
-no se debe ensuciar.
-no se debe quebrar.

  Y así seguía la interminable dirección de su madre, luego de que Horacio llagara en su Yaris verde con la virgencita a su lado. Era sagrada, por ello se repartían los turnos entre el día y la noche. Leonor, que era la mayor, trabajaba de enfermera durante la noche así que debía cuidar al virgencita en la mañana, cuando Horacio estaba estudiando en la universidad y que llegaría en la tarde a ocupar su lugar. Entrada la mañana se iría a dormir cuando Leonor volviera a su vigilia y todos los días se repetía lo mismo una y otra vez, la vida social pasaba siempre a segundo lado cuando veían a su madre durmiendo, con su pelo revuelto, escuchando a Pavarotti.
  La madre no ocupaba siempre los audífonos, eran incómodos, en cambio le pedía a Leonor que pusiera el CD en la radio y toda la familia Iveas lo podría escuchar, Pavarotti durante toda la semana, o sole mio las veinticuatro horas del día, Pavarotti en todos lados, en principio llegaba a ser insoportable pero cuando te acostumbras terminas tarareando como todos a los que se le pegan canciones con las que no puedes luchar, y es así como pasa a ser parte del medio en que habitas y solo te das cuenta de ello cuando llega otra persona romper esa monotonía en que uno vive.
  En realidad Horacio en su carismática personalidad ocultaba su verdadero ser, una persona tan insociable, conflictiva y prepotente, todo esto reflejo de su infancia, la cual también le enseño a ocultarlo, a como actuar y disimular su carácter, ni su novia en verdad lo conocía, solo su familia podría recordarlo como era, pero habrá sido hace tanto tiempo que seguramente creerían que el viejo Horacio solo era memoria.

  Para comprender mejor:
-Problema (ejemplo):
 En un almuerzo con sus amigos Horacio había invitado a Gustavo, un amigo de la universidad, a las dos de la tarde, Gustavo llego a las tres de la tarde cuando el almuerzo iba por la mitad, Horacio pensó que había quedado mal con sus otros amigos, aun que a estos no les importo la demora y Gustavo se había disculpado por un problema familiar.
 Si el disgusto de Horacio crece a una razón de 5 grados por cada diez minutos entonces ¿Cómo se desquitaría Horacio con Gustavo?
 Fácil, simplemente Horacio respiraría hondo dejando todo rencor oculto en una sonrisa, la cual permanecía en línea recta, solo se levantaba para pequeñas muestra de alegría ante sucesos agradable, pero una fuerza elástica la devolvería a su lugar, entonces Gustavo sin saber lo que se le espera seguiría conversando con los demás; en algún momento hablará con Horacio, en un brake que a él le parecerá algo extraño, porque aunque Horacio no demuestre lo que siente expele una especie de aura densa, esta aura espectral hará que Gustavo vuelva a la conversación con los otros y en los días siguientes Horacio ante el desprecio hacía Gustavo, no le hablara y será molesto con él, al cabo de la semana volverá a ser el amigo que antes fue, pero claro, hipócritamente guardará este rencor que pareciera no terminar nunca. Fue así como Horacio perdido varios amigos y varias novias.

  Era una noche tranquila, por lo menos en la ciudad, esa noche sonaría el timbre y todo debiera estar listos para recibir a Nora, la novia de Horacio, la mesa lista con un mantel blanco, recién comprado, porcelana fina y velas para un ambiente especial, en ese almuerzo Horacio habría de proponerle matrimonio, entre un salmón cubierto de una deliciosa salsa y un vino de reserva, aun que Horacio tuvo todo listo desde bien temprano e incluso programo ese día porque su hermana con su mamá irían a ver una película para celebrar el hecho de que solo faltaba un día para que terminará octubre y que todo terminaría bien, no como el Halloween del año pasado. De ese modo tendrían toda la noche para él y Nora solos, un ambiente perfecto para el amor.
  Nora llego un poco más tarde de lo previsto por Horacio, pero no fue tarde para tener una tranquila cena, Horacio fue el que cocino, paso horas viendo el canal gourmet y buscando una receta para la noche.
  A Nora le encanto la cena, ella siempre había sido una persona muy amable y le encantaba conversar, podía pasar horas hablando mientras los demás se resignaban a escuchar, en ello Horacio era una de las mejores parejas que pudo tener Nora, ya que Horacio era bastante displicente, no lograba entender a los demás y para él no importaba nada más, cuando Nora hablaba solo la miraba, sin escuchar, pero esto cómo lo podría saber Nora, él solo la admiro durante la cena, luego tomo sus manos cruzando toda la mesa y vio como sus ojos brillaban a la luz de las velas, con sus pupilas dilatadas, Horacio soltó una mano y  la paso acariciando el cabello de Nora, luego la metió en su bolsillo buscando el anillo de matrimonio, cuando el pistillo de la puerta giro y entraron Leonor y su madre, Nora corrió a saludar, actitud típica de ella, y la magia se apago, como las velas que terminaron consumiéndose antes poder darle la argolla.
  Nora paso toda la noche hablando con la madre de Horacio y solo lograron separarse para cuando Leonor la llamo a la cocina, entonces Horacio aprovecho la situación llevando a Nora al patio.
-Esta bella la noche, no- dijo Horacio.
-Claro que sí- dijo Nora en un acto reflejo, impresionada por lo grande y blanca que estaba la luna en ese momento, bella como nunca, “igual que tú” pensó Horacio mirando sus ojos nuevamente.
-He querido preguntarte algo durante toda la noche- le dijo Horacio a Nora moviéndola al frente suyo.
Entonces vio como en el lugar donde debiera estar la virgen, no había nada, seguido del crujir de la mesa del living, Horacio y Nora corrieron a ver lo que paso al igual que Leonor que vino de la cocina.
  Había sido su madre que se desmayo en medio de la sala sobre la mesa de vidrio, su tez viva se había empalidecido abruptamente, se veía desvaída y sus labios purpúreos eran señal de lo peor, Leonor solo quería gritar y llorar, firme tomo el teléfono para llamar a urgencias pero Horacio la hizo colgar, tomo a su madre junto a Leonor mientras Nora abría la puerta del Yaris. Cuando la llevaba en sus brazos se fijo en la virgen nuevamente y esta vez algo más lucido vio como ella estaba allí, como siempre había estado, subió a su madre al auto y partió a la clínica pensando que todo había sido un truco visual, un espantoso truco visual.
  En la clínica Horacio paso la noche fuera de él, su nerviosismo lo hacía fumar y no se podía dentro del establecimiento.
  Mientras Horacio caminaba preocupado Leonor salio con muy buenas noticia, se abrasaron llorando de felicidad, entraron y vieron como su madre acostada en la camilla les decía cuanto les quería, por lo menos eso deseaba Horacio que sucediera, la verdad Leonor seguía adentro y aun no recibían ninguna noticia, Horacio no podía soportar el estrés se levantaba, caminaba y volvía a sentarse mirando como la puerta de la clínica se habría y cerraba, entrando y saliendo gente que Horacio no conocería jamás pero con cada uno de esos movimientos de puerta, horrible icono de lo que vendría, tal vez llegaría Leonor con una sonrisa que no se puede describir proclamando una infinita alegría por su madre que retorno de la muerte o podría llegar llorando tirándose en sus brazos buscando consuelo, un alivio al corazón.
  Al frente había un pequeño café donde Horacio se refugio de la angustia que le provocaba la clínica y por cada parpadeo volteaba la vista de su café para ver hacía la entrada de la clínica, Leonor tendría que saber donde esta para decir la noticia y si no lo veía él tendría que llamarla desde el café.
 -hola Barbie- saludo Ken desde su auto rosa –como ha estado nuestro bebé.
 -muy bien- Leonor acerca su muñeca hacía la cara de Horacio, que en esa época era un bebe de meses, para darle un beso.
  Leonor tenía unos tres años y tendía a jugar a las muñecas con Horacio pese a las múltiple peticiones de sus padre para que no juegue, tenían partes tan pequeñas que podrían ser tragadas fácilmente por él.
  Como hermana mayor, siempre jugaba con Horacio y fue también quien le enseño como se llamaban las cosas, aún que Horacio no sabia hablar.
  Como hermano menor, siempre se metía a la boca las muñecas de Leonor, Horacio siempre logro enojarla a pesar de su corta edad, y Leonor se desquitaba al culpar a Horacio cuando rompía algo, pero en general Leonor siempre apoyo a Horacio.
  Hasta que una tarde su padre llego más temprano de lo general, había ido a una consulta médica con el dr. Nahab, por lo que falto al trabajo y al llegar a casa le concedió la posibilidad a la nana de irse temprano para pasar un tiempo con sus hijos e ir al parque.
   Leonor fue a buscar su bolso y cuando volvió al living vio como su padre estaba en el suelo, tomo el coche con Horacio y se lo llevo al pasillo con ella, estaba fuera de su compresión de tres años, tenía miedo, no sabía que hacer ni que debía llamar a su madre o al hospital, un minuto de silencio después se abrió la puerta de la casa, era la mamá Iveas que había regresado de las compras, lo primero que vio fue a sus hijos en el pasillo, a Leonor con una expresión de susto y lagrimas, y a Horacio con su expresión de no saber nada, luego voltio la mirada hacía el living con un grito que hizo llorar a Horacio, llamo a la ambulancia la cual llego prontamente, fue el más joven que murió por esta enfermedad.
  Después de este combate de sentimientos ni la sra. Iveas y su hijas (que comprendía bien poco del asunto) quisieron continuar, su espíritu se fue deteriorando hasta llegado el momento en el que ya entrando en la juventud y teniendo que madurar bruscamente, Horacio se transformo en el pilar sentimental de la familia.
  Leonor desde entonces que necesita de él y Horacio aprendió a estar con ella, pero ahora como podría ayudarla estando él desprovisto de su propia compasión, mirar a su alrededor y no encontrar a nadie que le de una mano, todos con su propio dolor, más de alguno con la misma iniciativa de ir al café buscando alejarse del ambiente que provoca el perder a alguien y tal vez en peores situaciones que las de Horacio, estaba solo, no había nadie que lo compadeciera, ni Nora que estaba en ese entonces apiadándose de Leonor que demostraba más el sufrimiento que el propio Horacio.
   Ya no miraba al hospital, miro fijamente a la mesa y alternando entre sorbos de café reflexiono su vida, de pronto no escucho, ya no entendía su entorno, se sintió apagado, perdido en los cruces y nudos que conformaban el mantel, perdido en lo más trivial del mundo, volvió en si al ver como sobre su mano se aferro otra, una mano delicada y suave, la mano de Nora que lo animaba a volver a la clínica.
Llegando allá, Horacio se rehusó a entrar, Nora motivándolo acerco su mano a la puerta, pero otra fuerza opuesta a la de Nora la abrió antes.
-Horacio- se paro junto ala puerta el dr. Nahab- tengo que hablar contigo.
  Nora los dejo solos, mirando desde lejos con palpitación, veía como muy seriamente el dr. Nahab le hablaba a Horacio el cual se perdía mirando al interior de la clínica, Horacio nunca supo llevar una conversación, era solo visual, además de no entender los tecnicismos del doctor.
  Dentro de la clínica había mucha gente, la mayoría triste y desolada, y entre la multitud de pacientes y doctores, estaba Leonor sentada, sus manos le resguardaban el rostro sollozante a la vez que Horacio se daba cuenta, y confirmado por las palabras del médico, que su madre había fallecido.
  Se sentó junto Leonor no pudiendo aguantar sus lagrimas, Nora los acompaño durante toda la noche, el viaje en auto y dándoles ayuda en todo lo que necesitasen.

1 comentarios:

Nicolás Olivares dijo...
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