miércoles, 16 de junio de 2010

Fabula 1

 Aquel día de partido se sentía el denso olor a competición. Nadie hacía algo sin un audífono en su oído para por lo menos gritar al momento de hacer un gol.
  Sólo un hombre fue a almorzar ese día (los demás veían el partido) y con la radio en la oreja escuchaba como los contrincantes le metían gol tras gol a su equipo.
  Era como comer combos en la cara.
  A medida de que terminaba el almuerzo el partido cambiaba de situación y los goles animaban más y más al hombre que empezaba ya a pararse sobre la silla para saltar con cada chuteada de pelota.
  Era el último tiempo y los aullidos del hombre eran tales que se llegaban a combinar con los de su demás compañeros de trabajo.
  Agarraba la radio con ambas garras esperando el gol decisivo y aún que en un primera instancia pareció ser gol del equipo contrario, por las vueltas del destino el punto término siendo a su favor.
  La emoción hizo saltar al hombre sobre la silla y la mesa, sobre el plato y la comida. Se embarro las patas, claro que sí, perdiendo así sus lechugas y pelets de humano.

  MORALEJA: Si vas a saltar y andar ansioso corre el plato de comida, porque lo vas a perder.

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