jueves, 11 de febrero de 2010

Virgen Santa, Tercera Parte

III

  Fuera de la puerta, de la casa y el muro que construyó Horacio estaba la gente obstaculizada en sus creencias, tratando de cruzar el muro, tratando de subirse al muro, tratando de hallar un hueco en el muro por donde colarse y al no encontrarlo resolvieron en destruirlo.
  No pudieron meter un vehiculo de demolición por aquella estrecha calle de cables eléctricos de baja altura, lo hicieron con sus propias manos, nada iba a detenerlos en su encuentro con la virgen, rompieron con hachas y martillos la primera capa de muro hecha en su mayor parte por madera, muchos con las escaleras improvisadas se encaramaron en la muralla hasta ser detenidos por metros de alambres de púas, continuaron con la pared de ladrillos escondida detrás de la de madera, todos se preguntaban de donde había sacado el tiempo para construirla, los que tenían picos los tronaron en la pared y después de horas trabando en él lograron romper su mayor parte, pero para su sorpresa se encontraron otra capa más esta construida al final, cuando Horacio se encerró detrás de esas paredes, esta era tres veces más gruesa que las dos anterior juntas, era de cemento solidó con una base de vigas de hierro imposibles de romper fácilmente.
  Todo santiago se esmero en romperlo, pero cada vez se iba más gente rendida ante Horacio, metían sus herramientas en sus autos y se iban, ya para esa noche quedaron solo tres personas.
 - pásame la linterna, por favor, ¿Cómo dijistes que te llamabas?
 - José- dijo mientras le pasaba la linterna.
 - Yo me llamó Mariano, trabajo aquí cerca.
 - No, yo estoy hace poco aquí en santiago, vivía en Achao- les decía José a aquellos dos extraños que seguían golpeando con martillos la muralla, uno de ellos se llamaba Hernán y no estaba dispuesto a hablar.
 - vistes llorar a la virgen- le pregunto Mariano a José.
 - si y no podía creerlo, yo vine acompañando a mi novia la cual no me había dicho nada sobre la virgen, pero cuando nos logramos abrir paso entre la gente la pude ver con su rostro blanco ensangrentado y un nuevo brote a la vez, tuve que sostener a mi novia la que no aguantaba la emoción y se desmayo, por suerte un señor que era medico me ayudó, espere, ¿no era usted?
 - es verdad, ya me parecías conocido, y ella… Carmen, verdad, ¿esta bien?
 - sí, esta en casa viendo tele seguramente.
 -¿y qué haces en Santiago?
 - yo estoy estudiando para ser medico- enfatizo Juan, orgulloso de estarlo.
 - que bien, y en que universidad.
 - en la universidad (poner publicidad aquí), estoy en primer año.
 - entonces, ¿te hace clases el Dr. Nahab?
 - sí, ¿lo conoce?
 - claro es colega mio y mi mejor amigo.
  Los dos volvieron a tomar sus herramientas y a trabajar en el muro el cual solo era labrado por este otro sujeto llamado Hernán Carrasco, él no descansaba, solo sacaba una milagrosa energía con la que estuvo todo el día a su máximo esfuerzo.
  Elogiaron por bastante tiempo a Nahab, sus estudios en una enfermedad y en la familia que afectaba fue el tema al que más se recurrió durante una hora, e imaginar que la casa en que trataban de entrar era el hogar de aquella familia.
 - ayer me lo encontré en la clínica y creó que había recibido algunos exámenes de la familia.
 - ayer en la universidad lo sentí igual, como emocionado- afirmo Juan.
 - ¿vinistes a santiago por los estudios?
 - la verdad no, los hubiera hecho en Achao, el motivo fue mi novia que se vino por sus padres. (Carmen era capitalina y sus padres también, en un viaje a Chiloe conoció a Juan y de entonces ella se quedo, pero hace unos meses sus padres se enfermaron y tuvieron que regresar a Santiago.
  Se habían olvidado del otro individuo y solo voltearon su vista hacía él, cuando se levanto, fue a un auto bastante destartalado y saco una botella de agua, luego regreso y continuo picando el cemento que de apoco, pero bastante poco, se desprendía.
 - y tú que cuentas- le pregunto Juan a Mariano.
 - bueno, estoy casado hace tres años y tengo una linda hija.
 - ¿de cuántos años?
 - de cinco, debe estar con mi esposa viendo el rey león, es su película favorita.
 Siempre me trae cosas que encuentra y que en su mente fantástica las encuentra fantásticas, por más simples que fuesen, hojas otoñales con hadas, sus maravillosas pinturas en libros de las estantería del pasillo, pececitos nadando en una cubeta, escondites en el jardín, entre los arbustos o clubes secretos hecho con tablas livianas que sostienen los árboles, con una mesa de tronco y un suéter de mantel, jugando a las muñecas como lo tiende a hacer una niña normal, aún que juega también a la pelota y la mamá la reta luego por ensuciar su jardinera, le gustan los insectos a diferencia de su madre, me trae a veces chanchitos de tierra, un platito lleno de ellos rodando, chocando entre sí y volviendo a ocultarse cuando se acerca el amenazador dedo de mi hija.
  Aún recuerdo las vacaciones de este año, fuimos al norte y prácticamente pasábamos todo el día en la playa, aún tengo la quemada que lo demuestra, volvíamos a la casa en la tarde y mi esposa nos preparaba una cena deliciosa, es chef, también le ayudaba mi hija a preparar la comida, luego veíamos algo de tele, alguna película infantil de la colección que lleva mi hija a todos lo viajes y nos íbamos a dormir.
  Un día llego con una caracola mágica, de las típicas en que uno puede escuchar el mar, pero para ella que fue la primera ves que lo escucho le pareció algo completamente distinto, el canto de una sirena con la cual conversaba, para mí la voz de mi difunta esposa, mi hija me la regalo y desde entonces la lleva a todos lados- saco del maletín una caracola voluptuosa pero que increíblemente cabía en la maleta, la escucho por  unos segundo y se la presto a Juan, él no escucho nada más que el mar pero aún así sintió algo, el recuerdo de su ciudad.
  Juan viendo como Mariano anhelaba y la pausa dominaba, quiso cortar el silencio:
 - te entiendo- aún que no le hallaba similitud a ninguna de sus vivencias - ¿pero como a tomado tu hija la muerte de su madre?
 - mejor que yo estoy seguro, serán sus pocos años de vida o como recién esta viviendo no se aferra tanto al pasado como yo.
  Mariano le contaba los momentos felices que tuvieron, Hernán seguía martillando la pared y Juan imaginaba las historias de su nuevo amigo, los situó en la capital, le quito la barba a medio afeitar y las canas recientes por la edad que tubo que haber tenido en esa época, las descripciones de la novia de Mariano colaboraron en la imagen mental de Juan y los demás detalles fueron incorporándose luego.
   Caminaba por las calles de Iquique Santiago cuando me encontré con ella, había sido una antigua compañera de la universidad hasta segundo año cuando se mudo a la región capital, en los dos meses de vacaciones de Mariano se conocieron mejor, enamorándose uno del otro, más ella que él, y fue también por eso que al volver a Santiago Mariano se encontró con ella en él bus transantiago y se amaron más que antes, se hubieran besado durante todo el trayecto pero sus puestos no coincidían, afortunadamente hubieron dos asientos que estando vacíos ayudaron al amor.
   Se casaron y tuvieron a la hija que siempre quiso tener Mariano, fueron muy felices hasta… (El silencio volvía a hacerse presente)… hasta que no fue así, no fue su culpa solo fue una época difícil para él, quedar cesante y su madre enferma de un tumor que aún no se sabía si era benigno o maligno, más otras situaciones que llevaron a la débil voluntad de Mariano a engañar a su mujer, se llegaba a relajar de un cierto modo al estar con la otra, a la que tampoco culpaba de su infortunio, pero cuando volvía a su casa y veía a su esposa sentía una culpa y su desdicha aumentaba, una noche en el trabajo tubo que quedarse una horas extras y lo llamaron diciéndole que su esposa había muerto de un accidente en auto, nadie en un principio supo como le pudo haber ocurrido a tan buena conductora como ella, pensaron que la habían chocado, luego supieron que no, que se había pasado una roja colisionando contra un poste eléctrico, las dudas aumentaban y más al saber que se habrían provocado por ingesta de alcohol (ella había salido hace un año de aquel vicio), todo incriminaba un problema emocional y una llamada le dio la pista a Mariano, una llamada en el buzón de voz, una llamada contestada seguramente por su esposa, una llamada que le comunico el engaño efectuado por su marido, Mariano se deshizo al saber que por su culpa se habría muerto el amor de su vida. (Juan no sabía que decir, sintió un aborrecimiento inicial por Mariano esa noche, pero al mirar los sentimientos honestos de él sintió que no podría lanzarle la roca de la culpa, ya se había golpeado el pecho aceptando su pecado, y a opinión suya la culpable era la amante, Valeria) Mirando el mar cielo recuerda a su amor, a quien le dio el otro pequeño amor de su vida, quien siempre lo acompaño; recordó cuando se encontraron aquel día en la playa plaza con las gaviotas palomas a su alrededor y el mar cielo con su brisa salada dulce y suave acariciando el rostro de su futura novia, en las playas plazas de Iquique Santiago caminando en la arena el cemento cómoda duro, nadando caminado en los días de sol smog…Juan tomo su martillo y continuo labrando al igual que Hernán, Mariano siguió recordando.
  Molina (apellido de Juan, Juan Molina) no podía creer que en una persona tan agradable y confiable como Almeida (apellido de Mariano, Mariano Almeida) se podía esconder otro rostro, uno capaz de engañar, tal vez todos tendremos aquel rostro y solo tendríamos que anteponer nuestra voluntad para acabarlo, pero que oportunidad tendríamos de ello si el propio Mariano no lo pudo vencer, “que oportunidad tendría yo” pensó Juan, bastaría un día más para engañar a Carmen, bastaría un mes para que ella lo supiera, bastaría un año y una caracola para recordar su muerte, y más importantemente, su vida.
  No, nadie esta excepto de ser aplastado por el inmenso pie de las mentiras, un gigante tan común que habita entre nosotros y solo por que no lo han visto, muchos creen que no puede llegar a afectarlos.
 -síndrome de aplastamiento por gigante: esta enfermedad no se debe confundir con el síndrome de aplastamiento, que es cuando se te cae un edificio encima, el de por aplastamiento de gigante tiene síntomas como alejamiento sentimental, un aumento de mentiras y culpas conllevadas por ello, en algunas personas estos síntomas y otros llegan a ser críticos, si ese es su caso se le recomienda cambiar a un psicólogo (o psiquiatra).
 -síndrome del corazón roto: esta enfermedad afecta a las personas que por razón emocional, relativamente fuerte, estas vicisitudes sentimentales provocan que el corazón del paciente se rompa en pedacitos, aunque se suele mencionar como un ataque al corazón por como podría incidir en el estomago de los estudiantes de medicina y sus ya perturbadas mentes por imágenes mostradas en las clases universitarias.
  Pero Juan igual comprendía a Mariano, errar es humano, pero darse cuenta de su equivocación, es más que divino, es… es… es infinito.
  Alguna ves Juan quiso ser escritor y esperaba un momento como este, una historia contada por algún conocido, pero que fuera tan impactante que causará polémica entre el lector y su mente, ideas que hicieran pensar al lector no sobre sus virtudes, quien es Juan para discriminarlos, sino sobre la posibilidad de que ocurra algo así, y los que harías tú personalmente, en la realidad más profunda la mente rescata los acontecimientos impactantes, y el amor, la locura y la muerte se toman preferentemente como tema (me suena a un libro de Quiroga), la vida de Mariano tenía esa capacidad mágica, realista, fantásticamente sin salirse de la realidad, de lo social, las excentricidades son el aliño de la vida, que más cuadrado que una vida común y corriente, igual que todos, todos iguales, hay la obra se degrada hasta el bostezo absoluto y Juan al comprenderlo busco la idea perfecta, pero no la encontró y menos iba a construir una historia basándose en la vida del otro (en plenitud), más bien solo creativa, crear un ambiente que afecte en su máximo potencial a los personajes, personajes que logren hacer su historia, que vivan.
  Volvieron a detener su conversación, Hernán se paro moviendo sus articulaciones gastadas por los años, tomo otro sorbo de su botella de agua, esta vez se le acabo, tomo el pico y volvió a golpear la pared, ahora se podía ver lo que formaba un pequeño agujero pero aún sin vista al otro lado (razonar que solo buscan ver a la virgen, cuando para sentirla solo hay que mirar al cielo (nuestro corazón), bueno, ellos quieren más que ver a Maria, más que mirar a la estatua, quieren demostrar la existencia de Dios, humildemente).
  Estos reiterativos silencios de incomunicación, la misma incomodidad con un sound track ambiental, autos (los pocos que habían a esa hora de la madrugada libres de ir a su máxima velocidad), la bulla de una fiesta próxima a la casa de los Iveas y los martillazos de Hernán nadie quería seguir en ese perturbador a-ruido, a-sonido, a-communication, odiaban esa falta de sociedad, esas murallas que se enroscaban a su alrededor cercando comunión, eliminando contacto y que solo se es capaz de liberarse mediante el dialogo (en este caso más parece un mono-logo por parte de Mariano, exceptuando unas pocas veces que Juan hablaba con él (bi-ologo, chiste les luthiers), pero lo importante es que por muy inhumano que sea la in comunicación (mono) es una de las facetas de nuestra sociedad (logo), ciencia, el silencio, una cantata calva.
  Odiaban el silencio, odiaban a quien lo hace y la desesperación de hablar rompía la psicología, no podía evitar solo escuchar sus latidos, caerán ante la psicología.
  Una melodía culmine, aún que no de las mejores que a escuchado Mariano y Juan, aún que el interprete no lograba expresarla de la mejor manera (musicalidad), el silbido de Hernán fue una escapatoria para los tres se convirtió en la música de fondo y una luz verde para un dialogo fluido.
 - estaba pensando…- denuncio Juan- me contaste que tu amante se llamaba Valeria.
 - si- ratifico Mariano.
 - y me dijistes que tu esposa también se llamaba Valeria.
 -verdad- ratifico nuevamente.
 -¿no te incomoda el vivir con alguien con el mismo nombre de la asesina de tu amor?
 -yo nunca culpe de mi desgracia a Valeria, toda la consecuencias son producto de lo que he hecho, aparte que las dos han sido mis dos grandes amores, Elisa, mi hija, es un amor mucho más grande por lo que no la incluyo, ella no tiene un trozo de mi corazón, ella es mi corazón.
 -error, no serán tus tres amores de toda la vida y tu hija, amor absoluto- dijo Juan jaqueándolo.
 -¿a qué te refieres?- pregunta inocentemente, Mariano tendía a no entender a los demás, él era un niño que no veía más que su imaginaria realidad, despierta jugando al monopoly, una rayuela de cartón que lo lleva al trabajo, juega al doctor y a al familia, llega a la casa en uno de esos carritos automáticos que hay fuera de los supermercado y tiendas, funcionales con una moneda, se divierte con su playstation y cuando el sol se oscurece se va acostar con sus peluches y un vaso de leche en su velador, luego de comer una deliciosa comida de plástico preparada por Valeria y su asistente Elisa, y mi pequeña chef y su asistente Barby cocinera.
- no contaste a tu esposa- trato Juan de explicarle con manzanas y peras, demostrándole su error.
 -no, el que se equivoca eres tú- le manifestó a Juan luego de unos minutos pensando lo expuesto por él – no hay dos Valeria, es la misma.
  Juan ya no podía creerle, quien creería que Mariano se casaría con su amante luego de haber muerto su esposa, perdió la confianza en él, solo acentuaba el sí con un suave movimiento de cabeza y ojos buscando una distracción, con la melodía de Hernán y sus martillazos en un singular ritmo de chack-chack-chack hizo la base, la voz de Mariano y sus anécdotas de infancia, juventud y adultez eran el bajo (él tenía una voz bastante ronca) y él celular de Juan que sonó de su bolsillo incluyo otra melodía, calzando en el tema, Horacio pensó que eran unos jóvenes con su radio.
  Leonor se dio cuenta del barullo y quiso ver lo que pasaba, actitud absorbida durante un verano con Claudia, subió a la habitación de su hermano que estando en el segundo piso daba vista a la parte externa de la muralla, de la casa no se podía salir, puertas con llave y un extenso alambrado en las murallas protectoras de la casa habían imposibilitado a Leonor en su vida diaria, no podía comprar ni tampoco podía acudir al trabajo, sentada en la cocina con la despensa abierta mostrando su único contenido unas pequeñas telarañas que se formaban en la esquina jamás la abrían visto con todos los alimentos que tenían, los cuales fueron desapareciendo cada día hasta el día de ayer cuando ella abrió la última lata de atún repartiéndola en dos platos, aún que Horacio no comió.
  Su rostro esquelético al igual que su cuerpo y los platos acumulados en un rincón de la pieza, algunos a medio comer (a medio comer la comida, no los platos), incitaban a Leonor a ayudarlo, a hablarle, pero él solo respondía con un berrido, su incomunicación fue aumentando considerablemente durante último tiempo llegando a extender en toda la casa, un silencio capaz de sacar tus miedos a la luz, habiendo gente tenía todas la características de una casa abandonada, como la de la noche de Halloween del año pasado o la casa del exorcista, así era el terror que le provocaba seguir allí o el estar con su hermano, por lo que lo tendía a evitar, pero no le servía de nada escapar por una ventana y fugarse a la casa de al lado por una sección de alambrado cortado y pasar a la casa de su vecina, Nicole, la mejor amiga de Leonor, la casa influía con gran fuerza en ella, Leonor no podía separarse de la casa ni un metro sin voltear y mirarla sabiendo que volvería, después de todo fue la casa en donde murió su madre y su padre, también fue la casa que la cuido durante tanto tiempo de aquellos hombres que llegarían a robarla y llevarla a cuba, como le contaba su madre, y que se llevarían a su hermanito bebe y se lo comerían.
  Con la muerte de su padre tuvieron que vivir de la herencia que dejo y la herencia del abuelo que había muerto hace poco, también les ayudo bastante la cientos de joyas que tubo como herencia familiar de su tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara- tatara-abuela, la más antigua de esas joyas, como contaba la leyenda, provenía del norte de Francia y viajo por todo Europa llegando unos siglos más tarde a viajaría a América en el Titanic, pero al naufragar de algún modo volvió a Europa siendo encontrada por el tatara-(…)-abuelo y se la habría comprado en una joyería Inglesa para su matrimonio con la tatara-(…)-abuela de la madre Iveas.
  De todos modo el financiamiento que más les ayudo fue el de los hermanos del padre Iveas, eran siete hermanos de los cuales el tío Héctor, la tía Javiera y la tía Leonor (ella murió a los dos años de Horacio) fueron los que convivieron más con la familia de Horacio y el tío Héctor su mayor benefactor, tal vez por que no tenía familia después de que las dos esposas que tubo murieron sin dejar hijo para él, de ese modo se encariño con la familia de Horacio.
  Pero por poco la madre de Leonor lo perdió todo por su enamoramiento, un amor platónico por el dictador que gobernaba el país en esos tiempos, iba entregar todas sus joyas a él y lo hubiera concretado de no ser por la familia entera que se opuso a ella.
  Mientras Leonor subía las escaleras recordando los buenos tiempos con su madre, Mariano le contaba a Juan las anécdotas de un viaje a Bariloche con su hija Elisa y Valeria, Juan por lo demás había acabado de hablar por celular en lo que pareció una discusión por lo que Hernán dejo de silbar golpeando con más eficiencia la roca, Mariano dejo de hablar también cuando vio a Juan tomar sus cosas, solo hizo una pregunta:
-¿te llevo?- Juan respondió que sí con un común gesto de cabeza, en el viaje en auto solo comento una cosa, una amiga me dijo que mi novia no estaba en la casa como pensaba, sino engañándome con un idiota del bar.
  Hernán quedo solo, golpeando una y otra ves hasta que una sonido seco le alegro la noche, un agujero por fin se había formado y aún que era demasiado chico como para pasar algo más grande que el ancho de un lápiz, después de dar un vistazo por él y ver la virgen se marcho habiendo cumplido su meta.
  Leonor envuelta en la silencio de la casa solo oía el suave crujir de los escalones, uno a uno, esperaba que no lo escuchará Horacio, que se quedará inmóvil en su silla mirando a la virgencita, encontrárselo era lo ultimo que quería, si fuera por ella no lo hubiera visto más pero el tan solo ir al baño o acostarse implicaba la obligación de cruzar por el living que para ese entonces no se parecía a la habitación en que estuvo tantas veces, empolvado, en penumbra prácticamente todo el día y un olor denso, tal ves por la ventilación, lo convirtieron en una catacumba por decir lo menos, ya no era reconocible por ella, al igual como ya no lo era tampoco Horacio.
  Leonor invadida por la preocupación por su hermano y todo el ambiente que creó a su alrededor, llegaba a ligar las conversación a ella misma y sus problemas, mi hermano esto, mi hermano aquello, que la casa esta así o asa y que yo ya no puedo soportarlo más, pero no puedo hacer nada.
  De haber escuchado a su amiga o tan solo prestarle un poco de atención se habría dado cuenta del problema de Nicole, su mirada pensante y la dificultad de soportar aquella lagrima que se inmiscuía en sus ojos mientras Leonor seguía hablando, aún que ella nunca le dijo sobre la reciente muerte de su padre finalmente se fue alejando hasta que Leonor entendió que no la vería nunca más al mirar que ya no había nadie solo un papel en la ventana que decía se vende.
Esas son las cosas que recuerda Leonor, su querida madre, Nicole, su hermano, avanzando por el pasillo añoro el mundo exterior, la brisa de la playa o hundirse en la nieve de la cordillera, también el hospital donde trabajaba y sus compañeras, los amigos de Horacio, Nora. ¿Qué será de ellos?
  Nora y Gustavo no sabían del muro y mayor fue su sorpresa al encontrarse con él y con la gran multitud santiaguina afuera; abriéndose paso entre ellos llegaron a esa fortaleza impenetrable y gritando trataron de llamar a Horacio, él que ya no escuchaba, vencidos por los empujones que se hacían entre los que no se podría encontrar ni a Wally (un viejo amigos que se lo podían encontrar en cualquier parte, siempre que lo buscaras bien), la gente además de fluir de un modo bastante curioso llevaron a los dos hasta afuera, Nora y Gustavo se marcharon vencidos tratando de llamar por celular a Horacio, Gustavo paso el brazo sobre los hombros de Nora.
  Aún se podía escuchar aquella música creada por Hernán, Juan y Mariano cuando Leonor piso al fin el último peldaño de la escalera impulsándose al segundo piso, se dirigió a la pieza de Horacio y se acerco a la ventana, pero no  encontró lo que esperaba, solo tres señor, dos de cuarenta y uno de veinte años que golpeaban el muro, Leonor se sentó junto a la radio poniendo el CD de Pavarotti, tarareando Nessun Dorma, la misma canción que se aprendió innegablemente cuando cuidaba a su madre, pero termino gustándole, sobretodo el clímax y la continuación del coro para volver luego con el cantante, tenía tanta fuerza en su voz que la energía era traspasada al público, terminada Nessun Dorma empezó Ave María y su corazón se redujo al ínfimo espacio de unas pocas lagrimas, solo quería llorar y olvidar esa amargura, olvidar que su mamá ya no estaría con ellos, deseaba que nunca hubiera ocurrido.
  Se recostó en la cama queriendo no despertar jamás, después de perderlo todo, después de que el aire no te deja respirar, después de necesitar una mano y un abrazo, y no encontrarlos dormir será lo mejor, “por favor… no me despierten”.
  Mirando sus ojos sintió como los suyos explotaban, una palpitación.
 Una ultima llamada:
 -alo Horacio, contéstame por favor, se que estas ahí, se que lo pasas mal y tienes todo el derecho de estarlo pero no podemos evitar involucrarnos con tus desgracias, principalmente por que cada ves que surge tu nombre, recordamos tu mirada penetrante y fría, esa misma mirada con que miras a la virgen, Horacio responde quiero saber como estas.
 -¿Qué pasa?-surge la voz de Gustavo como si estuviera al lado de Nora.
  Horacio se acerca al teléfono sentándose en el sillón saca su último cigarro, caja al suelo, prende el encendedor, cigarro a la boca.
 -nada- habla con Gustavo –Horacio si no vas a hablar, si valoras más tu odio por esa estatua que a tus propios amigos diré solo por lo que te llame, Horacio, tu vida me esta destruyendo por dentro y a ti  también,  por lo que he decidido dejarte, he perdido demasiado contigo, adiós.
 - Nora, espera.
 - Horacio, ¿eres tú?- pregunta ella.
 - si.
 -yo ya te dije todo y creo que escuchaste bien.
 - no, Nora, no por favor, no cuelgues, yo te amo.
 - deque amor me estas hablando tu solo eres odio y rencor.
 - Nora – reacciona Gustavo con la resurrección del finado- ¿es Horacio? ¿Te respondió?
 - ¿que haces con ese idiota?
 - ves que eres solo odio, Gustavo es tu amigo.
 - amigo- se ríe (sarcásticamente) mientras toma un sorbo de cerveza.
 - no te reconozco Horacio, estas completamente distinto, te encierras con murallas, ocultándote del mundo, temiéndole a una estatua, reniegas a tu mejor amigo,…has cambiado, o no te conocía.
 - si supieras lo que ha hecho ese estúpido, si supieras lo que me ha dicho Claudia, si supieras…
 - sabes que no te quiero escuchar más, fue una mala idea llamarte, me tuve que haber ido no más, sin decirte nada.
 - de que “irte” estas hablando, no te puedes ir, tu eres mía.
 - yo no soy tu ya ni de nadie y me iré, me iré con Gustavo a España por que esta deshecho por su separación y yo igual contigo, así nos logramos olvidar de ustedes.
 - pero no ves que es un truco para separarnos.
 - tu paranoia, Gustavo nos quiere separar, que la virgen esta contra tuyo, que la CIA hace una conspiración para matar a todos los que su nombre empieza con “H”, vete a ver con un loquero mejor,  olvídame que yo haré lo mismo.
 (Colgó)
  Horacio sostiene el poco filtro quemado que le queda con sus labios, sin hablar, un cerro de cenizas a sus pies, relaja los hombros y suelta la colilla, desde la virgen se podía ver el auricular del teléfono colgando, Horacio viendo con todo el dolor de su alma a la virgen, odiándola, y la virgen llorando por como Horacio destruyo su vida.

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