viernes, 1 de enero de 2010

volar, tan solo caer

No puedo entender mi libertad. Por primera vez que logro hacer algo bien, primera vez que me decido a hacer algo con mi vida y todos me aterrizan al suelo recordándome lo idiota que soy.

Pero no soy solo yo, somos miles al día los que vemos la verdad y tomamos el valor para arrojarnos al viento.

En realidad no lo llamó “suicidio” porque me carga esa palabra y a la vez tampoco morí por lo que técnicamente mis lesiones fueron como las de cualquier deporte.

Y aún así no me entienden. Esperan que les ruegue perdón cuando fue mi vida la que estuvo en juego. Quieren que me aferre a una vida de nada, algo tan microscópico en mi universo como lo es la libertad en el suyo.

Y es que en verdad, luego de mucho pensar, la vida, esa que tanto valoran, es una invención propiamente humana. Llena de miedo. Al fin y al cabo, mientras vivimos, la existencia es tan solo nuestro pasado, y luego de muertos, solo sobrevive en los recuerdos de los demás.

Es por eso que me tire. No quería morir y por otro lado tampoco le tenía miedo a la muerte. Simplemente, amaba el viento chocando mi rostro, haciéndome volar por sobre la obligación de estar en la maldita tierra.

Atado en la cama viví días horribles en que todo parecía inútil. Escapar, tirarme, era todo imposible. Hasta mi propia muerte provocaba dificultad. Y no bastaba con eso, con aquel dolor espiritual y físico, porque no tardo mucho en llegarme la noticia de la muerte de Elisa, mi novia.

Moría mi amor y yo era incapaz de enterrarme cualquier objeto en el corazón, acabar con aquel latido incesante y devastador. Sufría mientras perdía cada una de mis fuerzas y mi corazón era el único capaz de mantenerme despierto, ya no quedaba nada y a vista mía, ya estaba muerto también.

Pasaron meses en los que no volví a pensar mientras la tensión se disipaba. El mundo corría y yo ni siquiera al baño podía ir solo. A mediados de año mi hermano me llevó a su casa, pero las cadenas seguían y mi libertad seguía siendo un mero cuento de niños, solo faltaba que aparecieran los créditos y hubiera sido una película de Disney (…)

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