jueves, 11 de febrero de 2010

Virgen Santa, Segunda Parte

II

  Caminando hacía el norte desde la casa de Horacio verás una plaza donde hace algunos años los Iveas iban a pasear y jugar como una familia feliz, allí giras por la calle María del claro en sentido del transito, unas cuadras después veras como de entre las casas y edificios de alturas insignificantes sobresalen dos torres impresionantes tanto por su tamaño como por su belleza, cada una con su propia campana que al momento de su aparición entrelazan sus melodías y tonos provocando en el espectador una sentimiento celestial, un sonido que no se queda en tu mente, sino viaja por tus neuronas llegando a tu corazón por las venas y detonando a todo tu ser por las arterias.
  Con la luz de las velas y un vitral de Jesús en la cruz que le daba mayor iluminación al entorno velaron a la madre de los Iveas, y aún que la enfermedad acababa con cada miembro de la familia, ella mataba solo en el umbral de la senectud, de tal modo se podía ver como entraban los primos y sobrinos a despedirse de la tía moma (como ellos le decían).
  La muerte del padre fue una de las tardes más tristes de la historia de los Iveas, entre el silencio perpetuo de aquel día solo se podría escuchar ese llorar humedecido por las lagrimas de la madre Iveas que tomaba muy firmemente la mano de la pequeña Leonor (Horacio era llevado en su coche por una tía Celeste la cual murió unos pocos años después), entraron al velorio contemplando el rostros sin vida de aquel hombre llamado papá, un rostro durmiente, una imagen horrible pero poco entendible para los cortos años de vida de Leonor y Horacio.
  El cabello arreglado y rostro serene de la mamá, en su muerte mostraban lo apacible que se mantuvo en los últimos días, Horacio había entrado junto a Nora la cual lloraba a mares al igual que Leonor, pero Horacio no podía hacerlo, claro, el entro llorando al velorio y termino cayendo derrumbado por la pena sobre el ataúd, pero no era una verdadera tristeza, Horacio nunca odio a su madre ni mucho menos y tampoco sintió alegría por su muerte, pero no podía llorar, era incapaz de abrir su corazón, siempre todo lo que había hecho, su propia vida, había sido un estructurada forma de pensar; cada risa, cada acto de amor y cada lagrima, cada sentimiento excepto la furia, el sentir que la sangre te hierve y unas ganas de gritar era lo único que podía emerger pero ni esa emoción lograba pasar la autoritaria mente de Horacio.
  Leonor mientras tanto no podía dejar de llorar por su difunta madre, durante toda la mañana no pudo soltarse del brazo Horacio, tras cada pañuelo soltaba una desdicha inmensa, cada lagrima de sus bellos ojos resbalaban por sus mejillas y terminando en su boca provista de unos pobres labios que no dejaban de balbucear palabras desconsoladas, mas al llegar al velatorio no pudo entrar, se vio incapaz de soportar tal presión, la dejaron dentro de la iglesia acompañada por el padre Philippi, mientras ella lloraba y lloraba, pañuelo y pañuelo, lagrima y lagrima, lagrimas ingratas.
  Leonor se mantuvo rezando por su entrada al cielo, Horacio entro y se sentó a su lado, no había nadie en la iglesia excepto una anciana cerca del altar, Leonor no se dio cuenta de la presencia de Horacio y este solo la quería consolar, ¿pero que decirle?, pedirle que ya no llore, ser tan egoísta como para no dejarla llorar por la mamá, o no decir nada dejándose quebrar el alma por su hermana desconsolada.
  Finalmente solo se quedo allí sentado, la verdad es que por su mente pasaron mil formas de aliviar el pesar de Leonor, pero todos estos detenidos por el miedo de hacer lo incorrecto, por no haber pasado nunca algo igual.
  De haber sentido alguna vez, o por lo menos haber presenciado una muerte, hubiera conocido la experiencia y de este modo saber, lógicamente, lo que era vivir tal tragedia, mas ahora se encontró en el clímax mental, cuando el cerebro ya no puede soportar más la angustia del corazón y finalmente las emociones se liberan moldeando a un nuevo Horacio, una persona que puede sentir y amar, un Horacio libre de si mismo, libre de sus cadenas, libre de su mente.
  Fragmento del diario último momento
(…) ayer jueves un joven que estudiaba derecho prendió fuego al condominio en que se hospedaba dándose muerte a si mismo y a otras tres personas.
  Gracias a la pronta intervención de bomberos y de la gente del condominio se lograron salvar una decena de vidas que durante dos horas se vio acorralada por el fuego, este ultimo ocasionado por Federico Méndez, estudiante de derecho; aún se investiga la causa del atentado pero se cree que fue por problemas sentimentales (…)
  Hoy será el funeral de las tres victimas del atentado, mientras que Federico Méndez será enterrado mañana sábado por algunos análisis que se hacen en él.
  Cuando los sentimientos se escapan de la realidad que proporciona nuestro cerebro se pueden provocar dos estadios:
 estadio: es cuando las emociones te liberan transformándote en una persona hepática, que es capaz de sentir lo que el otro siente, es capaz de ser más persona.
 estadio: en cambio en este estadio se sufre una confusión en la mente pudiendo estos sentimientos mutar en complejos y psicopatía.
  En ese momento no se puede razonar de un modo humano, uno pierde el control de incluso su propia vida, como el rinoceronte de Ionesco, uno termina transformándose en una bestia manipulada por algo más fuerte que él, se bifurcan los caminos del pensamiento dando ideas erradas y a veces inverosímiles.
  Sus ojos se desorbitaron durante el funeral, mente en blanco, el ataúd cayendo a sus pies en un profundo hoyo, la percepción del mundo se fugo por sus ojos, los sentimientos por fin lograron salir, su primera lagrima cayendo por su mejilla acompañada de Pavarotti, Horacio se dio cuenta de que el mundo era distinto de lo que él pensaba, era otra vida.
  Ya era de noche y mientras volvía junto a Leonor y Nora, las cuales iban en los asientos de atrás Horacio tuvo la oportunidad de ver como eran las calles, como era el farol donde siempre pasaba para estacionar el auto, como era el césped que siempre pisaba para recoger el diario, como era el gato que siempre se subía a la pared que unía la casa del vecino y la suya, “soberbio como siempre” pensó Horacio.

 -Tuve el medio sueño- le contaba Horacio a Gustavo en la universidad (después de que paso el rencor)- estaba en el cementerio y el sol ya se ocultaba, entonces toda la gente que estaba a mi alrededor pasaron a un segundo plano, volviéndose negros como una sombra en la oscuridad, me senté junto al hoyo que exhibía una profundidad que parecía infinita, y el suelo se sacudió levemente, pero cada vez creciendo más el sismo producto de varios árboles que de la nada misma se transformaron en enormes araucarias y palmas, y más de algún pino casual. Y mi vista volvió al hoyo en donde ahora podía ver el cajón del funeral pero en el no estaba mi vieja sino mi propio cuerpo, fue una experiencia aterradora.
  Gustavo siempre con una pose de psicólogo dedujo que la pesadilla fue solo efecto de lo perturbada que estaba la mente de Horacio luego de la reciente muerte de su madre, y de solo ese hecho con uso de un despliegue de conocimientos construyo un análisis psicológico de la situación en que vivía Horacio, mas conociendo el cerebro de cada uno de los individuos con que convivía no sabía indagar en su propia mente, por ello Horacio detestaba que Gustavo se parase frente a él y le dijera tantas cosas que Horacio ya sabía de él y que no quería escuchar.
  El día que entraron a la universidad, esa noche se efectuó una fiesta en la que Horacio (estudiante de ingeniería civil) conoció a Gustavo (estudiante de psicología) que venía acompañado de su novia Claudia (estudiante de periodismo) y su amiga Nora (estudiante de una carrera nueva de la universidad y que dudo que alguien sepa de ella), Nora conoció a Horacio esa misma noche.
  Es un efecto insólito, pero muy común, el que la primavera renazca en todos el amor y amistad lo que también se ha difundido bastante en los medios masivos de comunicación, y la universidad se ve afectada de igual manera por esta corriente de matrimonio.
  Cuando uno se casa, todos se casan, y más en cima en primavera, con las flores en el aire, las alergias en el aire y tantos matrimonios por delante.
  En fin, de Gustavo Horacio saco la idea de casarse y no lo pensó mucho, vio como se llevaban tan bien su amigo y su pareja, como se querían, por lo que dedujo que sería igual en su caso, pensó que se casaría algunas semanas después de su amigo (el cual se casará la próxima semana).
  Tengamos en cuenta de que Horacio nunca amo a Nora, solo idolatraba su rostro y su cuerpo, su cabellera que descendía por sus hombros terminando en sus pechos, y pensar que creyendo que la amaba estuvo a punto de casarse, sin embargo aún con la profunda lucidez con que ahora veía su existencia no podía terminar con ella del mismo modo que deseaba decirle a Gustavo todo lo que lo detestaba, tal ves fue solo el miedo a cambiar, mas los bellos ojos azules de Nora eran ahora tan opacos, tan negros.
 -será la primavera más calurosa que a tenido santiago- esa fue la declaración hecha hace un mes por la prensa capitalina y no se equivocaban, el sol era capaz de penetrar en tus huesos, sin protección tienes un melanoma, un hepatoma, un linfoma, un mieloma, un cardioma, cuantos desmayos e insolaciones y ni siquiera estamos en verano.
  Y fue unos de esos calurosos días cuando Gustavo, Claudia y Nora acompañaron a Horacio durante esta época de penas y duelos emocionales a su casa, aprovechando a su vez escapar algunas horas del sol y refrescarse con una bebida helada.
  En la casa estaba también Leonor que ya empezaba a reponerse de la muerte, y tanto ella como Horacio saber apoyarse como los hermanos que son e imaginar que aquellos tiempos de incomunicación de Horacio eran producto de la inmadurez de él y que al fin supo evolucionar, capaz que aquel niño egoísta e insociable nunca se fue pero eso a Leonor no le importaba, ella es de la gente que no estructura, improvisadores, mentes creativas y libres como las de los artistas.
  No me preguntes por que luego de un hecho que impacta tu vida escribes una novela o formas un grupo contra ese obstáculo, será la necesidad a comunicar vivencias, ayudar a los que podrían vivirlo como un libro de autoayuda, los cuales Horacio aborrecía como todos los que apoyan que el arte es reflejo del alma y no del cerebro, pero si es por escribir cada vez que te ocurre algo tan terrible como una enfermedad capaz de matarte, entonces para escribir sobre la muerte abría que morir, y la mente se vuelve cerrada, sin ojos a la propia creatividad, al artista dentro de uno, él que solo sale cuando reflexionas y te pones a pensar, ¿Cuáles es mi arte?
  Aprovechando toda la mañana que tenía Leonor antes de ir al trabajo, ella empezó a escribir su novela, semejándose a una autobiografía, pero sin darse cuenta transformo esa novela inspirada en sus sueños como había empezado, en un patético libro de autoayuda.
  A pesar de la antigua personalidad de Horacio, los amigos no se escapaban de tener algunas detestables cualidades, de un modo bastante humano, por ejemplo Claudia, estudiante de periodismo, invadida por la prensa farandulera y una vida conectada a los chismes, droga que en su éxtasis te hace pensar que eres dueño de la existencia de los demás por el simple hecho de tener un conocimiento privado de ellos pero que pronto se vuelve público por la incapacidad de mantener un simple secreto.
  Por suerte al fin se escondió el sol y la gente salía alegre de sus casas después del toque de queda mañanero del dictatorial sol, Claudia fue la primera darse cuenta de ello y contárselo al grupo, Nora examino la situación dando testimonio de lo que odiaba al sol, comentarios que nunca llegan provocar un gramo de interés, ni siquiera en Gustavo que después de aburrirse de la cantidad de conversaciones insulsas de Nora terminó cerrando todo dialogo con ella, pero había otra razón por la que Gustavo hacía eso, no lo sé, Horacio solo lo presintió.
  Tomaron sus cosas y muy gentilmente Horacio les abrió la puerta, pero esa inocente salida que no escapaba de lo extraordinario se transformo luego en gritos de espanto e incredulidad, de ver a la virgen del patio con sus ojos blancos sin iris y una delgada corriente roja que se asomaban por sus lagrimales, los vecinos miraban por la ventana y se preguntaban por aquel escándalo que superaba cualquier ruido en la zona.
  Volvieron a entrar y Horacio temeroso se mantuvo lo más lejos de la situación, no quería ver, escapaba de su comprensión, por minutos y tal ves horas no se produjo ningún sonido más que los autos que pasaban por la calle en que estaba la casa, Nora no hablo, estaba pálida al igual que todos en la casa, Leonor que también lo presenció dejo de escribir, se sentó en una silla igual que todos y no volvió a mirar al patio, igual que todos.
  Paso más o menos una hora cuando se detono la pelea.
 -es una broma tuya, verdad Horacio- interrogaba Gustavo.
 -no.
 -y el esqueleto que cobro vida- continuo Nora- en tu fiesta de Halloween del año pasado.
 -sí, ahí fui yo, pero créanme que no se que mierda esta ocurriendo ahora.
Los demás en su afán de entender lo que pasaba incriminaron toda sospecha contra Horacio el cual se mantuvo negando toda relación con él y la estatua, Leonor permanecía en silencio y Claudia tomo su celular, digito visiblemente varios números hablando en un murmullo que se salía de la atmósfera de pelea.
  Eran cerca de las nueve y aún no lograban entenderlo, Gustavo caminaba en círculos sujetándose el mentón con su mano derecha, Horacio (intranquilo) estaba sentado, mirando la alfombra con sus manos que envolvía la parte superior del rostro como técnica de concentración, el silencio se adueño de la casa, solo se podía escuchar el incesante rumor de las dos amigas hablando por sus celulares, Nora lloraba mientras hablaba con quien parecía ser su mamá.
  Esa noche todos se quedaron en la casa, vencidos por el sueño, a las tres de la mañana ya todos dormían menos Horacio que seguía paseándose por la casa, entender, comprender, aprendió a reutilizar su lógica, perdida durante el funeral, pero no le sirvió de nada, después de tomar unas cuantas cervezas del refrigerador se durmió a las cinco de la mañana.
  Leonor sentía un frío de muerte, la sensación espectral de cuando alguien esta contigo, en presencia de un muerto, una presencia psicológica, temática Gustavina, lo sintió cuando murió su madre, su primera experiencia fue con la muerte de su tía Celeste (su padre no cuenta por que era muy pequeña y no lo recuerda, pero en su interior ya se formaba este sentimiento), y lloró con ese sentimiento de garganta, y de piel, cuando supo de la muerte de su pololo, Federico Méndez, con quien iba a cumplir cuatro años de pololeo, él era mayor que Leonor pero seguía estudiando, por su incapacidad de decidir una carrera, y mantenerse en ella.
  Un mes antes de cumplir otro año Leonor terminó con él, cansada de esperar un compromiso por parte suya, esa misma noche él se prende fuego junto con él departamento (que le pagaba su madre), afectando así al edificio también.
  Leonor sintió que por culpa suya se suicido, Federico siempre había sido algo impulsivo, y más le dolió a Leonor saber que esa noche le pediría matrimonio.
  Horacio tuvo un sueño, esta vez más extraño que el anterior, consistía en un primerísimo primer plano de la virgen moviéndose lentamente para terminar en un plano detalle del ojo derecho de la estatua.
  Eso fue todo el sueño, pero cuando Horacio veía como se acercaba al ojo de la virgencita creyó ver su vida, en cada lágrima el reflejo de su personalidad.
  Sobresaltado despertó y a su vez lo demás también, seguramente pensaron que había sido una pesadilla, se levantaron para ayudar a ordenar cuando Leonor se dio cuenta de algo que entonces escapo de su costumbres.
  La calle exterior a la casa era bastante pequeña y no tendían a pasar autos tan tempranamente, instintivamente Leonor abre las cortinas y todos salieron, había una cantidad alarmante de gente sacando fotos con sus celulares y rezando, los autos hacían sonar sus bocinas, y rezaban, los cinco amigos se abrieron paso entre la gente, admiraban de algún modo a la virgen, por temor a que fuese una fuerza superior, una fuerza divina creían los vecinos, una fuerza diabólica pensó Horacio y por más que el deseará tirar a la basura a la virgen Leonor seguía pensando que era sagrada, por lo que dispuso de una cerca para protegerla.
  Para Horacio Dios no era como todos pensaban que era, más bien no creía tanto en él a pesar de su herencia cristiana, pero de haber una energía más poderosa que los humano Horacio temería más que nadie, Horacio no podía, ni se le es posible controlar, escapa del mandato de un ser superior, Horacio debía ser lo único superior en su vida y ese control no se lo quitaría ni un ser que no podía ver, ni una estatua llorona que no sobrepasa ni su propia rodilla.
  Todos los domingos ir a misa, movimientos rutinarios de la mano, oraciones rutinarias que pierden sentido, imposición desde la infancia cuando no se entiende la misa lo que provoca en quien esta obligado a asistir un aburrimiento o pereza a escuchar como un mero insecto a las faldas de aquel inmenso altar, a tener que escuchar una y otra vez el mismo evangelio, todo este odio al control por nunca tener la capacidad de decidir algo, si Horacio hubiera necesitado alguna vez a Dios hubiera ido donde aquellos pilares, partes de una fe expansiva en nuestro territorio americano, Horacio hubiera encontrado lo que buscaba si es que eso era lo que necesitaba y hubiera visto esa luz que se adentraba por los vitrales, “Dios” pensaría él y tendría su propio escape del estrés y las frustraciones del mundo actual.
  En fin la mala enseñanza de su madre, la penetración obligatoria de creencias formo a este Horacio incrédulo a lo más natural de la vida, la vida.
  Leonor ya calmada concibió que lo mejor fuera llamar al padre Miguel Philippi, el que apareció minutos después exaltado, en principio se sintió algo escéptico, aún así llego corriendo a la casa de los Iveas y al ver a al multitud de creyentes alrededor de la estatua y después de ver a la virgen sangrando se dio cuenta de que no habría que tomarlo a la ligera.
  Entro a la casa y converso con los dos, el padre ofreció dejar la estatua en la iglesia para que todos pudieran rezar más cómodamente, Horacio encantado se levanto aceptando el trato, al mismo momento que Leonor se rehusó, en la propia guía de la virgen decía que no debía ser sacada de su gruta hasta que apareciera otra victima de la enfermedad.
  Horacio no pudo rebatir tal advertencia, advertencia que además de recordar algún tipo de maleficio que pudiera caer en la familia, lo que no le preocupaba, le recordó la aún presente imagen de su madre, que en paz descanse.
  Hace un año Horacio y Leonor vivieron horas agonizantes en el momento en que creyeron que su madre moriría el treinta y uno de octubre, día de Halloween.
  Una semana antes de la fiesta, la madre Iveas había comenzado a experimentar unos síntomas que por muy suaves que parecieran en comparación en los descritos por otros parientes ya muertos, por la edad de la madre no se podían esperar otra cosa, pero al igual que este año pensaron que por ser el último día del mes no pasaría nada y mientras se desarrollaba la fiesta de Horacio, llegó por sorpresa la madre Iveas provocándose a la vez un susto con la horripilante atracción de la fiesta, un esqueleto que Horacio compro en una tienda cercana al lugar, el cadáver mecánico se movía cada cierto tiempo esperando una victima distraída, causando en él un gran susto, en una persona joven, y un infarto en una señora de edad.
  Aliviados, después de saber que logro sanar y que solo estaría unos días más hasta estar seguros de su mejora, lograron respirar tranquilos, desde entonces la madre se volvió lo más importante en su vida.
  Cayó la noche y el padre Miguel se despidió informándoles de que trataría de contactar al vaticano, “más gente en nuestro jardín” pensó molesto Horacio, impotente por no ser capaz de negarse a lo que digiera Leonor.
  Transcurrieron días, semanas y se aproximaban al mes, de los pocos vecinos comenzaron a llegar gente de distintos lugares de santiago, gente que no dudaron en pasar horas en el transantiago, llegar (en algunos casos) a hacer más de cinco transbordos, para llegar de un extremo de la capital al otro.
  Los noticieros y mañaneros se enteraron a los pocos días y contribuyeron a la aparición masiva de publico para la virgencita.
  Algunos programas comentaban de todo el aspecto social que causaba en la gente expectante a ver un nuevo brote de lágrimas de virgen, pero otros no se hicieron esperar para blasfemar sobre las lagrimas, decían que eran falsas, que Horacio o Leonor la habían rociado con pintura, que la madre nunca había muerto y que estuvo detrás de toda la estafa, que idioteces pueden llegar a hablar algunos periodistas, la gente no hizo caso a aquellos comentarios insulsos y siguieron viniendo, lamentable para Horacio quien no podía ni salir de la casa y hasta recoger el diario se convertía en una odisea, las noches de personas que no le molestaba venir unas horas más, hacer un poco más de ruido mientras los demás dormían y mantener durante horas las luces de los autos apuntando hacía la casa, y la ventana de Horacio.
  En algún momento la policía comenzó a llegar junto a la turba de amantes y aclamadores de la virgencita, haciéndole a la vez la vida más simple a Horacio y disminuyendo la cantidad alarmante de destrozos provocados en el jardín, pero era cosa de tiempo para que los carabineros se transformaran en idolatras de la virgen ojos rojos, santa para muchos.
  La ira aumentaba en los ojos de Horacio, su razonamiento disminuía, la virgen se convertía cada vez más en un demonio manipulador de mentes ingenuas, en la mente de Horacio el colapso se precipitaba, la virgen miraba a la ventana, se miraron mutuamente, Horacio tomo una pala del closet, abrió la puerta, una nueva lágrima, todos lloraban se abrazaban, volvían a rezar con más fe, Horacio no la destruyo y los espectadores le decían a sus familiares, les decían a sus amigos, le decían a la gente en la calle, individuos desconocidos, proclamándoles la aparición inmaculada; y empezaron a llegar los comerciantes, abusando de la fe, vendiendo en tierra santa (la casa de los Iveas),vendiendo cajitas, llaveros, fotos, adornos, replicas en miniatura, rosas, y otros miles de objetos frívolos, vendidos por personas fútiles,  despreciadoras de la virgen y que prontamente fueron desterrados por los creyentes.
  Sabía que no podría romper a la virgen pero esperaba que la gente se fuera alguna vez, pasaban los días y esta percepción del futuro se veía cada vez más alejada de la realidad, formo un proyecto, fue a una ferretería y compro varias tablas, clavos, barras de hierro de un largo semejante a la de la casa, un soldador, palos y otros elementos para forjar un fuerte, un bunker de la gente, del cual Leonor no sabría hasta su término.
   Llamo el padre Miguel informando sobre el viaje del vaticano a Chile, y el arzobispo tendría que llegar uno de estos días, colapso, Horacio decidió acabar con la virgen siendo detenido por la firme mano Leonor, ocurrió la pelea, al igual que unos días después del llamado cuando Leonor vio la construcción de su hermano, Horacio forcejeando para librarse de su hermana, Leonor aferrándose al brazo de Horacio con todas su fuerzas, ocupo el recuerdo de su madre para hacerlo caer en razón, pero su corazón nublado no escuchaba llegando a levantarle la mano en la primera pelea, un cachetada en al segunda.
  Leonor había perdido todo poder en Horacio, se resigno a mirar como se destruía, como tomaba un cigarro, y se ponía a fumar mirando a la maligna figura del jardín.
  Recibían llamados, todos quedaban guardados sin ser contestados en el teléfono, Horacio los escuchaba pero no los contestaba, un llamado fue de Nora:
 -alo Horacio, soy Nora, no me has devuelto ningún llamado, ni tampoco te hemos podido ver desde lo ocurrido con la virgen, pensábamos ir ha verte uno de estos días, solo yo y Gustavo, porque él término con Claudia, en fin te quería decir que te quiero mucho, extraño tus besos, extraño que me digas cuanto me quieres, extraño tu sonrisa mientras me escuchas, extraño tu mano, extraño tus abrazos, siento que nos hemos distanciado y no quiero perderte, no puedo esperar para la tarde, pasaremos con Gustavo a almorzar y luego te visitaremos, se lo bien que cocinas pero no sé si el aviso te tomo de improviso, mañana pensaba ir sola a tu casa, para pasar un rato juntos y conversar, sabes lo que me gusta conversar- corto Nora en un aliento de apuro, “atrasada como siempre” se dijo Horacio mientras dejaba su cajetilla en una mesita.
  -alo soy Gustavo, tal vez Nora ya te contó que termine con Claudia- pretendía estar serio, pero igual se le escapaban exhalaciones, angustias- Nora me a ayudado mucho, se mantuvo conmigo haciendo más grato mis momentos de tristeza, que afortunado eres de tener una novia tan solidaría, ofreciendo su tiempo y vida a sus amigos, santa dirían muchos. Supongo que ya sabes que te iremos a ver, no te has conectado en el msn, y por lo menos espero una llamada por parte tuya, discúlpame si te molesto o malinterpreto tus acciones, aún que lo dudo, pero encuentro que tu repentina incomunicación es por miedo, miedo a qué, no sé, tal vez sea el recuerdo de tu madre o el miedo a morir inspirado en lo anterior, pero lo que yo creo es que todo lo que ocurre ahora es por esa virgen de ojos rojos como la llaman en la tele, por cierto su casa es famosa aquí en chile, todos en la u hablan de ello, dicen que es tierra santa, y nosotros que hace no más un mes pensábamos que debiera ser cementerio indio, ya sabes, por lo de la enfermedad hereditaria, y te acuerdas cuando nos conocimos, Nora dijo que nunca pololearía con alguien tan quejumbroso, si hasta yo pensé que era algo psicológico de la familia, que todo estaba en la mente, la enfermedad, la cantidad de rituales de tu familia, incluso hubo un momento que creí que inventabas la mayor parte de los muertos, luego vimos las pruebas y nadie se atrevió a desmentirte desde entonces, por lo menos en lo que respecta a  tu familia.
  Si es que te ha llamado supongo que Nora te menciono que después de comer iríamos a verte, espero que nos tengas listo una rica once, me contaron que cocinas muy bien, te corto, tengo que irme, estoy atrasado.
  No más mensajes. (Hubo otros pero no de una importancia mayor)
  Un personaje es como un hijo, una criatura semejante a algo de mi vida, pero si lo controlo va ser un patético reflejo de mi mismo, o lo que yo pienso de mí, y ante esa forma de escribir todos los personajes serían copias, copias masculinas, copias femeninas, copias indescriptibles, copias de las copias de las copias de otra copia (copia de otra), y todo se encuadra, no hay vida ni historia, y se vuelve hasta predecible si es que el autor no toma caracteres fantasiosos por no decir poco creativo, y al final el final sigue siendo previsible, con personajes que caen en el aburrimiento absoluto y en el estereotipo convencional, personajes muertos en vida, personajes poco creíbles, y para escapar de este circulo vicioso de monotonía descreativa, hay que dejar libre a los personajes, que ellos hagan la historia y no tú, que ellos decidan el fin, tú eliges el comienzo, los creas y ellos vivirán su vida, llegándote a sorprender en variados casos, llegando a escaparse de tus manos y es entonces cuando te das cuenta de que tú solo eres una maquina de escribir, escribiendo en otra, una aparato de uso preferencial para tus creaciones creadoras de obras y obstáculos de ellos mismos.
  En cuanto el ambiente en que viven es un sincretismo entre lo que ellos quieren según su personalidad y los factores impuestos por ti en un principio, así se transforma en una obra de arte y no en un texto de autoayuda.
  Un personaje escapa de tu realidad para entrar en la suya, no es reflejo de tu sociedad el vive en su propio mundo, creado por ti, y mientras se desarrolla la historia cambiado por el personaje en cuestión, y aún que él desarrolle completamente la historia sigue siendo tus neuronas enviando mensajes químico-eléctricos, a velocidades increíbles para generar ideas, lograr el voltaje necesario para prender tu bombilla, moverse en circuitos cerradamente infinito (en posibilidades) y creando, creando, creando, más ideas, ideas, ideas, y como lo dijo una vez un hombre muy sabio, con más trabajo, trabajo, trabajo.
  No es malo poner cosas que te han pasado, recuerdos de infancia y juventud, o de tu adultez, por que son parte de ti, son de tu misma sangre, de tu mismo sudor, escritos por tus mismo dedos carcomidos por el deseo de crear algo bueno, escrito en los mismo lápices que sufrieron al ser mordidos una y otra vez hasta la aparición de su desnuda mina, por más que lo evites tu vida es reflejo de lo que haces y lo que haces es reflejo de tu vida, sin uno no hay otro y tus personajes no pueden ser creados si no estas tú para ellos.
  Leonor al concluir su libro y al leerlo se dio cuenta en lo que había terminado, ella cometió el error de no escribirlo con el corazón, si no con su mente y cuando lo termino su estomago decidió su fin, Leonor no sintió ninguna mariposa, ninguna alegría de que en momentos te olvidas de que son solo personajes y los empiezas a nombrar por su nombre, te ríes con ellos, lloras con ellos, los empiezas a tutear y es como si estuvieran vivos, pero ella sintió todo lo contrario, ni se atrevió a mostrárselos a Horacio, aún tenía algunas marcas en la cara y no quería provocarlo más con un insulto de texto como ese, solo lo voto a la basura, lo borro en la papelera del computador, se deshizo de toda pista que la acusará, para que nadie supiera que en un momento de desahogo llegó a matar a la literatura.
  (Hubiera leído mi texto de auto-ayuda al escritor(lector) para no cometer errores como aquel de escribir tales textos y tales personajes)

  En un café-restaurant llamado le rue Printemps se juntaron Nora y Gustavo en el único día que el viento otoñal se hizo sentir, Gustavo había llegado antes y Nora cansada de correr se sentó rápidamente en la silla, pidió un refresco, y empezó hablar:
 -¿cómo estará Horacio, has hablado con él?
 - no, solo le deje un llamado.
 -bueno a vivido tantas dificultades, no.
 -la verdad es que quisiera no hablar de él.
 -¿por qué?
 - bueno cada ves que me acuerdo de él solo recuerdo esa mirada con la que ve la estatua de su patio.
 - es verdad, es perturbador.
 - por ellos no quiero hacerme más problemas.
 - es por Claudia.
 - ¿por qué? ¿Has halado con ella?
 - ayer me encontré con ella y me dijo porque se habían peleado, bueno y terminado, menciono que había otra mujer, pero no me dijo ningún nombre.
 - tú ya la conoces, sabes como llega a inventar asociaciones y complots contra su persona, es bastante esquizofrenica, te digo que por eso termine- tomo un vaso entero del nerviosismo, y Nora ni se percato.
 - pero es cierto o no lo de la amante, porque no me gusta quedar colgada en el tema.
 - la verdad es que tampoco quiero hablar de ella.
 - ¿aún te duele el rompimiento?
 - claro- se puso llorar en un lagrimeo excepcionalmente falso, y Nora no se dio cuenta de ello. (Gustavo nunca aprendió a actuar, pese a sus años de estudio en ese arte en el colegio)
  Sonó el teléfono:
 - alo Horacio, soy Claudia, estaba en mi casa reflexionando sobre mi separación, ya te deben haber contado, Nora seguramente, y es por ella que te tengo que conversar muy seriamente, estoy en el aeropuerto y me decidí a contarte la verdad, Horacio, Gustavo siempre estuvo enamorado de Nora- Horacio se acerco al teléfono- no tengo bastante tiempo para hablarte, me iré a Córdoba, donde reside mi madre, por lo que solo quiero advertirte de las intenciones de Gustavo, aún me acuerdo de cómo hacía que tu cayeras ante él, primero tomaba cualquier conflicto para que una fuera ante él para consolarlo, y así empiezas a verlo todos los días hasta que sientes que no puedes dejar de pensar en él, en un falso enamoramiento aceptas todo lo que te dice, todo calculado por él, psicológicamente analizado, y no lo hizo antes con Nora por que te veía como una amenaza, mas ahora no lo ve así, no se porque, pero de ser tú iría ahora mismo con Nora si es que no quieres perderla, ya sabes lo pava que es, me voy, mi vuelo sale ahora.
  Horacio se sentó abriendo otra cajetilla de cigarros, “que me importa” penso, o no es lo que quería, tal ves aún amaba a Nora, también extrañaba sus besos, su rostro con el de Horacio enlazados, amándose.
  Horacio no sabía que pensar, solo sabía que Gustavo era un desgraciado, atreverse a quitarle a su novia, pero la quiero, esa era la cuestión, Nora sería capaz de traicionarlo, dejar en el pasado las vacaciones juntos en la serena o en valdivia, olvidar nuestros paseos por la costanera y los lobos de mar, todas nuestras fotos, todo lo que alguna ves nos quisimos, lo que alguna ves te quise y aún te querré, Horacio confundido por sentimientos que pensó que no existían, pensaba que en ese momento Gustavo y Nora se estarían besando como si no existiera mañana, estarían abrasados, amándose, engañando al pobre corazón de Horacio y seguramente Gustavo lo planeo todo desde que Horacio y Nora se juntaron hace tres años, despreciable, un amigo como esos sirven para emborracharte, atarte y lanzarte al rió Mapocho, luego lloraría en tu lapida rellena de basura para asimilar el peso de tu cuerpo, ya que el verdadero seguirá flotando corriente abajo hasta llegar a alguna isla del pacifico, un amigo así nunca es verdadero, siempre tendrá un doble estándar, y las blasfemias que andará diciendo en mi ausencia, se las abra dicho a Claudia y ella se abra reído de cada una pensando en que pronto se lo contaría a todos sus conocidos.
  El cigarrillo se consumió hasta el limite de la boca de Horacio, quemándole no muy severamente, busco otro cigarro, metió la mano en su bolsillo tratando de identificar con el tacto su cajetilla, sacando de su saco la olvidada argolla de matrimonio, la miro recordando todo lo que alguna ves quiso a Nora, y por más que ahora no sentía eso que lo había emocionado a comprarla, había vuelto esa sensación de tenerla junto a él, de escucharla mientras le veía sus ojos, mientras ella hablaba y hablaba pudiendo estar horas así, y si no existiera el sueño y el trabajo al día siguiente estarían conversando (monoconversando) todo los días, las veinticuatro horas sin parar.
  Horacio la comenzó a querer de nuevo, amar a Nora, odiar a Gustavo, desear a Nora, desear tirar de un edificio a Gustavo, se desligo de toda amistad que le hubiera dado su amigo, siempre había sentido una indeferencia por parte de Gustavo hacía él, pero no la asimiló porque Horacio hacía lo mismo con él, no lo asimiló hasta hoy.

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